LA HISTORIA DEL TÍTERE
Erick Saa C.
Tras largos días de buscar y seleccionar su materia prima, el gran maestro artesano ahora podía continuar su obra. Durante días talló, moldeo, y cortó aquellos pedazos de madera que con ahínco había conseguido. Este era un proyecto suyo algo que deseaba hacer desde hace ya bastante tiempo, hoy fue cuando se dio un tiempo para realizar su obra y su sueño. Tras haber terminado su trabajo, luego de conectar las piezas, el maestro halló que en su forma había creado un pequeño y hermoso títere; no tardó en agarrarle afecto y con gran orgullo le llamó Marcel. Ahora, más contento que nunca, el maestro artesano le dio los últimos toques de pintura a su maravillado muñeco. Habiendo terminado su obra, celebró una fiesta para su pequeño juguete e hizo bailar al mismo tirando de sus hilos.
No tardó en hacerse público y pronto presentó a su pequeña obra maestra en un acto que casualmente había montado. El acto del títere fue gozado con gran alegría siendo así aplaudido el maestro artesano ahora también titiritero.
Durante bastante tiempo, el maestro enseñó sus habilidades como titiritero a todo el pueblo y no hubo quien no se entretuviera por el muy peculiar acto que Marcel representaba. Con el pasó de los años el títere fue acogido muy felizmente por el pueblo.
Tras años de años de actos y bailes, un día el maestro se encontraba sentado en su mecedora mientras tiritaba de los hilos del pequeño títere. Este pareció no desprender el mismo brillo de antes, se le notaba desanimado como si hubiera perdido su encanto. El artesano, observando más profundamente lo halló muy pensativo y triste; pues así mismo Marcel se sentía confundido. El titiritero sintió su dolor y pasó a conversarle:
No tardó en hacerse público y pronto presentó a su pequeña obra maestra en un acto que casualmente había montado. El acto del títere fue gozado con gran alegría siendo así aplaudido el maestro artesano ahora también titiritero.
Durante bastante tiempo, el maestro enseñó sus habilidades como titiritero a todo el pueblo y no hubo quien no se entretuviera por el muy peculiar acto que Marcel representaba. Con el pasó de los años el títere fue acogido muy felizmente por el pueblo.
Tras años de años de actos y bailes, un día el maestro se encontraba sentado en su mecedora mientras tiritaba de los hilos del pequeño títere. Este pareció no desprender el mismo brillo de antes, se le notaba desanimado como si hubiera perdido su encanto. El artesano, observando más profundamente lo halló muy pensativo y triste; pues así mismo Marcel se sentía confundido. El titiritero sintió su dolor y pasó a conversarle:
- ¿Que sucede Marcel? Hoy te noto distinto… puedes hablar conmigo.
El títere miró a su creador y empezó a reclamarle:
- ¡Padre! …¿Por qué me haces esto Padre? Durante años he servido fielmente a tu voluntad, sin oportunidad de seguir mis deseos y tomar mis propias decisiones. Siempre he estado encadenado a tus gustos por culpa de estos hilos desdichados que me sujetan a tu mano y me alejan de mi libertad. ¿Por qué padre? ¿Por qué?
- Hijo mío, tú eres tan libre como se te permite serlo. Gozas del cariño de todo el pueblo y a la vez ellos te permiten expresarte…
- …¡pero no soy yo! Sino tú guiando mis movimientos.
- Estos hilos que tu llamas prisioneros son en realidad aquello que te permite ser y manifestarte; Todos requerimos de un guía para nuestro camino, así mismo mi mano no es opresora sino una guía que te ayudará a existir
- ¡NO!, es que no entiendes que no quiero más eso. Quiero ser yo quien dirija mi vida y quiero dejar de ser manipulado; ¡Quiero ser yo quien tome la decisión de mi seguir! No mas manos ni hilos, solo yo… ¡por favor padre! Te pido mi único favor ¡CORTAME LOS HILOS!
El titiritero viendo los sentimientos de su pequeña creación llora y habla con su pequeña obra para hacerla recapacitar:
- Pero Marcel tú ya eres libre, mira todo lo que puedes hacer, tú nombre es querido y reconocido por todos. No tienes por que abandonarlos.
- Padre, no es como tú dices, no seré libre mientras no sea yo solo poseedor de mi propia voluntad.
- No, todos necesitamos de aquellas cuerdas, pues no hay libertad sin reglas, leyes o cadenas…
- ¡Padre! Te he pedido un favor… no me falles
El maestro comprendió y con gran pena tomó las tijeras de encima de su mesita, y con profundo dolor cortó los hilos uno por uno…
- Haces bien… ¡gracias padre! – dijo Marcel que se sentía liberado
Habiendo terminado, el maestro soltó de su mano los hilos que sujetaban el cuerpo de Marcel, dejando caer a este en el suelo. Una vez en el suelo y creyéndose libre Marcel intentó moverse y no lo consiguió y así una y otra vez, hasta que rendido rompió en llanto:
- ¿Por que? ¿Por que me haces esto padre? ¡No puedo moverme! No puedo hacer nada…
Tristemente viendo a su pequeño y adorado títere en el suelo le respondió:
- Pero si yo no te he hecho nada; hice exactamente lo que me pediste que hiciera… esa es ahora tu libertad propia
- Pero… ¡no puedo moverme!
- Eso mismo quise evitarte, cuando te cree mis ancianas manos te dieron forma, la forma que te di con todo mi corazón fue la un títere. ¿En donde has visto títere que no dependa de sus cuerdas? Al pedirme cortarte las cuerdas, me pediste que te cortara la vida…
El títere en el suelo, viéndose imposibilitado e inmóvil cayó en cuenta de todo aquello que lo hizo ser quien es y de la mano amiga que guiaba aquel espíritu vivo y alegre. No tardó en arrepentirse y lloró lamentándose de su gran error pidió disculpas a su creador y se alegró de haber compartido su vida hasta sus últimos instantes con el titiritero.
El maestro artesano y titiritero luego recogió el cuerpo de su pequeño muñeco y con una sonrisa lo puso sobre su mesita del taller, le extrajo los hilos y se los remplazó por unos nuevos mucho más resistentes.
- Las lecciones mas duras no se les puede enseñar, estas deben ser aprendidas por uno mismo; sin embargo aquel que reconoce sus errores y ama, refuerza sus lazos con su padre…
Marcel ahora más fuerte y vivo que nunca apreció todo lo que el maestro le ofrecía, comprendió una valiosa lección “todos somos libres más no todos aceptamos la libertad que nos corresponde”
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