Es cierto que toda obra escrita es arte... eso es la total verdad, pero aquella escritura que solo el autor conoce no existe si nadie nunca la ha leído. Escribimos para compartir. Es comunicar nuestra alma con el mundo.
Así mismo, también hay escritos realizados por el autor para uno mismo. Aquel que, si bien nunca será conocido, son conversaciones entabladas con nuestra propia alma. Muchos de estos escritos carecen de sentido... y a la vez, gozan de una lógica más allá de otras comprensiones.
Es natural, para aquellos que lo leen, el intentar comprender tal escrito. Muchas veces por no ser comunicado para ellos tienden a interpretar de distinta manera y se generan confusiones.
Es ahí el verdadero valor del autor. Hay escritos que una vez terminados deben de arrojarse a la hoguera pues no son para nadie. Hay otros que logran compartir esa conversación interna a otros y así logran mostrar parte de su alama a los demás, hacer esto es bastante complicado. Es por ello que hay que tener cuidado con lo que escriben y definir bien para quien lo escriben.
Hacer estos ejercicios son de importancia crucial para nosotros mismos y de ello aprendemos valiosas lecciones, aún cuando sean pequeñas... como la corrección de la ortografía en muchos casos... son cosas que nos ayudan crecer a nosotros como personas.
Es por este motivo que es arte.
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